miércoles, 7 de noviembre de 2012

3/Agosto/2008


Hola mi amigo. ¿Has estado bien?

  Aquí en mi corazón hay una memoria, el amor perfecto que algún día me diste. O sí... recuerdo cuando tu me enredaste, y nos caíamos en los brazos de Morfeo sonriendo.
Tuvimos altos y bajo, las cosas, sabes lo rápido que pueden cambiar.
Cuando estábamos juntos, yo ere libre, me iba lejos a perderme en tus ojos como aceitunas, se sentía tan bien, tan vivos y jóvenes. Las lágrimas ni siquiera cruzaban nuestra mente.
Cuando tú estabas conmigo, yo creía en las palabras, veía con otros ojos la lluvia caer.
Cuando yo estaba contigo, decía que el sol salía cuando tomabas mi mano, y que mis labios te permitían entrar en otro mundo. No nos importaban los demás, y el sacrificio más grande que hacíamos era no estar juntos veinticuatro horas seguidas.
El amor estaba en las tres pecas de tu cuello.

Yo aún recuerdo... ¿Y tú, mi amigo?

¿Recuerdas todas las cosas hermosas que nos decíamos cuando estábamos a olas?
¿Recuerdas las películas que vimos tirados en el sillón de tu casa?

Yo recuerdo el olor de tu perfume.

Aquella tarde en la alberca cuando nos besamos sin importarnos que toda la escuela nos mirara... incluso mi padre. La vez que te escapaste de casa y te colaste a mi habitación en verano. Y el día siguiente cuando te ocultaste debajo de la cama.

¿Cómo olvidar, verdad?

Yo recuerdo todo eso y más, no digo mentiras... pero en mis sueños, mi vida paralela a ti, pasaban cosas... yo no era tan libre, nadie sabe lo que es sentirse tan culpable como yo.
Nadie sabe lo que es mentirle a alguien tan bueno como tú, solo yo...
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Y aún así, te oculté muchísimas cosas... los besos a escondidas, las miradas cómplices, mis noches en vela por sentirme horrible.
Te dejé solo los "te quiero" y "te extraño".
Y le di a alguien más los "Te amo" y "te necesito". Te oculté las lágrimas de desesperación y te di los besos dulces y tranquilos, te obsequié abrazos largos.
Mientras que a alguien más le rompía la boca a besos. Te engañé diciendo que eras el único, te engañé diciendo que solo tú me hacías sentir mariposas.
Y es que había alguien más, que me hacía sentir como en una caída libre.

Ansias, culpa, alegría.
Cien veces tus ojos se aclararon, mil veces tu cabello creció, dos mil veces me mordí la lengua al querer llamarte con otro nombre.
Tal vez lo sabías, tal vez no. Tal vez lo sabías y nunca te importó.

Tu fuiste mi balsa, yo la mujer al agua, fuiste mi sonrisa sincera en las mañanas de otoño, mi clavel en primavera, mi agua fresca en verano.

Pero yo ta tenía mi luna de octubre, mi piel ardiendo contra la suya en invierno. Toda una pradera llena de flores, y la lluvia.
Tú y tu mirada tranquila, tus manos grandes, tus besos castos y los setecientos tres te quiero que me dijiste en mayo.
De noche, eran otros ojos los que brillaban de diferente forma a los tuyos, eran otras manos finas las que trazaban círculos en mi espalda.

No eras tú y tus te quiero.

Eran "te amo" "¿Y si nos descubren?" " Esto está mal"

No eras tú... era ella.

Desaparece cuando se olvida.

Trago, me rompo, me arrodillo e imploro.
Por la paz que solían darme sus besos.
Por seguir sacudiendo la habitación,
con el vaivén de sus caderas.

Le ruego a una Venus de Milo,
sueño que me abraza sin sus manos,
y le beso las mejillas húmedas.
No obtengo respuestas.

Me tiro y me hago un ovillo,
Imploro solamente unos besos,
de una boca que no está,
unos brazos que no abrazan,
y una risa que se rompió hace meses.

-Has desaparecido... las cosas solo desaparecen cuando se olvidan.
Supongo, que entonces, aunque me he aferrado a los recuerdos, ya te has ido.

-Sin titulo


-Sin título

Antes de que los párpados se me cierren, 
Me gustaría dejar que te colaras tras ellos,
Como todas las noches.

Es como arrancarse las costras, abrirse las cicatrices,
para dejarlas sangrar un poco,
Lo suficiente para que duela, 
y sienta tus dedos fríos revoloteando por mis omóplatos.

Antes de que los párpados se me cierren, 
me gustaría dejarme llevar por el recuerdo,
de tu boca exhalando alquitrán en mi cuello.
Y tu cabello enredado en mis manos. 
Como todas las noches antes de tu partida.
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¿Quién tiene la culpa de sentirse así?
¿La tengo yo?
¿La tienes tú?
Te quiero, y te quiero, y creo que eso debería estar bien.
Pero cada día que pasa, me pone a dudar.
¿Cuanto tiempo debo esperar para que te des cuenta?
Esto no está bien.
Yo te necesito aquí.
Y después de todas estos meses sin tener ni uno solo de tus mimos,
los sigo esperando.
Aguardando por esos besos, 
para volver a sentir que te quiero.
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Han sido ya 23 meses, ya es abril, y se siente como si fuera hoy, 
el día en que partiste de mi ser,
ni si quiera quedó la huella de la taza de café que solías olvidar sobre la mesa.
Ni siquiera tengo el sabor de tus besos.
Y siento que te quiero, siento que te extraño.
Pero ahora estoy sola... tan sola, que de ti, se me esfumó el recuerdo.

lunes, 1 de octubre de 2012

Me pasas muy poco.

Me pasas muy poco tus dedos por el cabello,
Me pasas poco  tus labios sobre la piel,
Me traes a recuerdos y vivimos poco,
Me quedo renuente a dejarte caer.

Te digo vuelve, me dices lo haré,
Me dices ven,- te digo no sé.
Te abrazo en sueños y duermo poco,
Yo dudo en pensar en mi bien.

Ya no tengo el dulce de tus besos,
Ahora tomo amargo el café,
Las mantas me calientan poco,
Yo solo quiero meterme en tu piel.

Me pasas poco por la cabeza,
Te haces pequeña en mi interior,
Te aferras a mis arterias,
Y te vuelves humo en mi respiración.


viernes, 27 de abril de 2012

Labios Anhelantes.

Estúpida primavera, que me hace extrañarte más que en el crudo invierno estepario; que me tiene aquí, con los labios anhelantes, y mi ser convulsionando en ayeres que no vuelven y sinfonías pasadas de moda.



Nambia Ruiz 

viernes, 30 de marzo de 2012

Sus Piernas


Me gusta besarle las piernas, comenzando con los tobillos
Donde tiene la piel tan delgada,
Mientras acaricio sus pantorrillas.
Entonces, subo y me dice que le da cosquillas,
Río, mientras le restrego la nariz.
Me gusta como huele su piel, se lo digo siempre,
Ríe, de esa manera tan dulce,

Yo vuelvo a hundir los dedos sobre su piel,
Sigo besando, hasta que se me hinchan los labios,
y se me va la lengua detrás de sus rodillas.

Suspira, me demoro.

Continúo con sus muslos, por el costado.
Aprieto, acaricio.
Siento como sus dedos se enredan en mi cabello,
y lo acarician con ternura... me demoro más.
Le susurro cosas que no sé si escucha, y froto mi mejilla entre sus muslos.
Le acaricio de nuevo, con las manos, con los labios y con la nariz,
quisiera que sus muslos fueran interminables.

Pasaría meses en ellos, me atrevería a decir que son el lugar casi perfecto.
Ya que sin duda, el lugar más perfecto lo tiene el hueco de su cuello.
Sí, quisiera que sus piernas nunca terminaran...
Pero lo mejor de ellas, es que antes, o después (según se vea)
Está su cadera, y esa sí... me mata.

miércoles, 14 de diciembre de 2011




Vénga...

Primero un un ojo.

Luego el otro, mas bien a la mitad.

Entra mucha luz, ha quedado la cortina sin correrse...

Con cuidado pruebo los músculos de mis piernas, responden, bien.

Después siento un dolor tremendo en la espalda, se ha quedado dormido toda la noche ahí.


Joder.


Y aunque me agrade la sensación de su cálido aliento contra mi piel desnuda, necesito moverme, o si no...

Bueno, ustedes saben, me sentaré chistoso el resto del día o ni siquiera podré caminar bien.

Miro el reloj, son las 8:35am


Mi estómago hace ruidos extraños.

Estoy famélica.


Escucho una risita y el alivio de mis músculos lumbares.

Giro la cabeza esperando no encontrarme con sus ojos abiertos. Quiero verle dormir...

Es un poco raro, pero sus pestañas proyectando sombras en sus pómulos son de las cosas más hermosas que jamás vi.


Está despierto, con el cabello hecho un nido de codornices y me mira directo.


-Hey...- le digo como quien no quiere la cosa, mientras me pierdo en su piel reluciente, ahora si me agrada haber dejado la ventana abierta.


-Hey...- me responde sonriendo mientras se tapa hasta el cuello con las mantas. Ahí está... mi mejor amigo.


-¿Porque sigues aquí?- demasiado ruda, suena mi voz cuando acabo de despertar, me doy cuenta de que estoy a la defensiva. A pesar de que se siente bien estar de nuevo con él, se que está mal.


-¿Te molesta?


-Vete- le digo, evitando de nuevo los ojos cristalinos, y giro mi cuerpo, dándole la espalda, de una manera tan grosera como infantil.


Siento como resopla y sale de la cama, cierro los ojos, me siento fatal.

Escucho el sonido de su camisa deslizándose por su torso.


-Cuando duermes, me llamas en sueños...


Abro los ojos de nuevo, me incorporo, le miro poner una mano en el tocador, en el marco de la puerta; arriba, está una replica de Dalí.


Le miro.


-Ahora estoy despierta- mi voz es un hilo.- Vete... tú solo eres un sueño.


-Yo alguna vez existí, ¿recuerdas?-


-Solo tenía tres...


-Para ti era real, eramos amigos...


-Vete- repito, casi escupiendo las palabras, siento las mejillas arreboladas.


Se pasa una mano por el cabello color ceniza.


-¡Que crezcas... no quiere decir que debas olvidarme!.-


Nunca me había gritado, me siento estúpida.


-Entiende, no puede ser como siempre...- mi voz ahora es un lamento, una forma obstinada de conservar algo a lo que sujetarme.


-Sabes que sí..- susurra. Desaparece. Se va.


Me quedo ahí, hecha girones.


Estúpido sentido de la madurez.

Espero que él regrese...


Joder, ya lo extraño.


8:39am... sigo en la cama.

Chopin

Chopin
Nocturne, Opus 27 #2